Todos los días mi esposo y yo llevamos o buscamos a nuestra hija al colegio. Así tal cual, en medio del ajetreo cotidiano, de la falta de tiempo, de la salida apresurada de los trabajos, de la falta de transporte público que facilite esta acción; nosotros hacemos lo posible por acompañarla diariamente al colegio. Tratamos de hacerlo juntos porque sentimos que es un regalo cotidiano, una forma de estar presentes, de acompañarnos. Como es de esperar muchos padres hacen lo mismo, en medio de la barahúnda en la que se ha convertido esta ciudad. Y muchas veces nos encontramos con esos otros padres de camino a la escuela, conversando de las labores escolares, de cómo crecen los niños, entre otras cosas que surgen durante el recorrido. Nos hemos hechos amigos en el camino a la escuela, de una madre de la misma sala de nuestra hija, es la madre de una niña con una hermosa piel morena, cabellos cortos y ensortijados y de muy baja estatura, para el promedio de su clase. Nuestra hi...