Poemas para la Alegría

Autor: Eugenio Montejo
Libro: Chamario
Editorial: Ekaré
Ilustrador: Arnal Ballester




 
La bicicleta

La bici sigue la cleta
por una ave siempre nida
y una trom suena su peta...


¡Qué canción tan perseguida!


El ferro sigue el carril
por el alti casi plano,
como el pere sigue al jil
y el otoño a su verano.


Detrás del hori va el zonte,
detrás del ele va el fante,
corren juntos por el monte
y a veces más adelante.


Allá se va el corazón
en aero plano plano
y con él va la canción
escrita en caste muy llano.


Cuando yo sea

Cuando yo sea grillo
cantando a la luna,
si oyes mi organillo,
dame una aceituna.


Cuando hormiga sea
cargando un gran peso,
que al menos te vea
a la luz de un beso.


Cuando sea ciempiés
con mis cien botines,
deja que una vez
cruce tus jardines.


Cuando no sea nada
sino sombra y humo,
guárdame en tu almohada
que yo la perfumo.



Tontería

Un niño tonto y retonto
sobre un gran árbol se monto.


Con su pelo largo y rubio
hasta la copa se subio.


Se creyó un pájaro solo
que iba a volar y no volo.


De la altura, en un desmayo,
el pobre niño se cayo.


La madre sufrió un martirio,
cuando vio que su hijo se hirio.


La casa era un manicomio
porque aquel niño no comio.


Y aunque frunció el entrecejo,
el pobre nunca se quejo.


A pesar de que era recio,
el rostro se le entristecio.


Con un poco de yoduro
una enfermera lo curo.


Y después de un mes temprano
su cuerpo al final se sano.


Creció feliz y muy gordo
y nunca más lo recordo.


Don Gatuque

En el piso veintiduque
de un altísimo edifacio
Don Gato, que allí era duque,
disfrutaba su palacio.


Convidados a su mesa
pasaban amables ratos,
Doña Gata, la duquesa,
y otros muy ilustres gatos.


Un legislador angora,
un diputado barcino,
un siamés con su señora
y un persa con su sobrino.


Todos de alta diplomacia
y modales de misterio,
formaban la gatocracia
más fina del vecinderio.


Charlaban con mucha ciencia
y pronunciación muy rica,
los unos de decadencia,
los otros de politica.


Así pasaban sus horas
los más nobles de esta villa,
los señores y señoras
del Gatuque y su pandilla.


Y después, muy educados,
al fin de sus reuniones,
se iban para los tejados
a perseguir los ratones


Al revés                        
                        
Me aturdo, me aturdo
con el niño zurdo. 


Inclina su pecho
juntando los pies
y lo que es derecho
lo escribe al revés.


Me aturdo, me aturdo
con el niño zurdo. 


Su luna es anul,
su sol es un los,
es luza el azul
y soida el adiós.


Me aturdo, me aturdo
con el niño zurdo. 


Oír es un río
y Roma un amor.


¡Qué gran desvarío,
qué consternación!

 
Me aturdo, me aturdo
con el niño zurdo. 


El árbol es lobra,
la selva es avlés
y toda su obra
la escribe al revés.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Reláfica de la Negra Hipólita, nodriza de Bolívar. Andrés Eloy Blanco

¡Ay, cuánto me quiero!

La brujita encantadora y su secreto admirador, Gregorio.