Para compartir: Dos textos publicados antes de la nueva reforma de la Lott 2012


A propósito de la reforma a la LOT: los niños deben ser amamantados.

Soy madre de una hermosa niña de 8 meses que ha despertado en mí, al igual que otros niños lo han hecho con sus padres, una sensibilidad abrumadora. Ahora observo y pienso en tantos padres y tantos niños que atraviesan esta etapa solos, sin un acompañamiento real, solidario.
Esta soledad la vivimos las mujeres que amamantamos de forma exclusiva a nuestros bebés, soledad que se traduce en desinformación generalizada, en falsos mitos, en críticas constantes hacia la lactancia, en insensibilidad hacia las madres trabajadoras, en falta de leyes que amparen a nuestros niños y les garanticen una vida sana y feliz.
Los beneficios de la lactancia los conocemos de sobra, nos hablan los pediatras constantemente de ellos y, pese a esto, la lactancia se ha ido perdiendo cada día más. Más que hablar de los beneficios de la lactancia, de lo que podría ahorrar en materia de salud, por ejemplo, a nuestro país, por lo que significa que los niños amamantados tienen menos posibilidades de enfermarse en los primeros meses de vida; creo que es necesario hablar de lo humano.  Nuestra sociedad “avanza” sin creer en lo que cada individuo puede lograr, las mujeres continúan su vida como si ese vínculo físico que se creó durante la gestación culminara al momento del parto.
La lactancia para mí y para mi hija ha sido ese cordón que nos mantuvo unidas durante la gestación y que ahora se va elastizando a medida que ella crece, durante los primeros 6 meses la simbiosis es tal que resulta imposible esa separación, el hijo necesita a su madre para alimentarse, para vivir, no necesita nada más, y esto se lo estamos negando.
Confiamos tan poco en nuestra especie que recurrimos a otra para que alimente a nuestra cría, le negamos lo que de forma natural le corresponde a nuestros hijos para ofrecerle leche que no es apta para ellos. Confiamos tan poco en nosotras, que hemos permitido que nos humillen y nos predispongan de tal manera que pensemos que efectivamente no somos capaces de alimentar a nuestros niños. Este importante vínculo se ha ido perdiendo, tanto que existen mujeres que se esconden para amamantar a sus hijos, mujeres que somos señaladas y somos objeto de diversas críticas porque amamantar en público se ha convertido en tabú.
No podemos permitir que esto siga ocurriendo, es necesario que surjan políticas que fortalezcan a la familia, que fortalezcan nuestro sistema de salud, que acaben con la comercialización indiscriminada de fórmulas lácteas, con este negocio en el que se ha convertido la salud, que permita a las madres trabajadoras poder amamantar a sus hijos durante los primeros 6 meses de vida, de forma exclusiva, y que exista una Ley del Orgánica del Trabajo que las proteja, que los patronos estén sensibilizados con los compromisos que se establezcan, que lo establecido en la Ley de Promoción y Protección a la Lactancia Materna se cumpla, que realmente se hagan valer los derechos de los niños, que exista una política que nos proteja.   
Amamantar a nuestros niños no es solamente darle una excelente alimentación –que sería una razón más que suficiente- amamantar implica la dedicación, entendimiento y comprensión necesarios para fortalecer la familia y, esto se traduce, en una mejor sociedad y, sobre todo, desde el punto de vista físico, emocional y psicológico es el proceso natural para lograr la independencia y el sano crecimiento de nuestros niños.



Amamantar es un compromiso social.

Cuando una madre decide amamantar a su hijo no sólo está otorgándole la mejor alimentación, sino que además está haciendo un aporte económico al Estado por lo que éste se ahorraría a la hora de invertir en su salud, ya que la lactancia materna previene enfermedades en los primeros meses de vida.
Si efectivamente una mujer decide, en lo más íntimo de su ser y de su corazón, amamantar, esa mujer debe ser valorada y protegida no sólo dentro del ámbito familiar y comunitario, sino que además debe ser protegida y defendida por el sistema legal.  
Todo niño tiene el derecho de ser amamantado de forma exclusiva hasta los 6 meses de edad. Nuestro sistema legal debe ser cónsono con este precepto, que está establecido desde el 2007 en la Ley de Promoción y Protección de la Lactancia Materna, pero que lamentablemente no  puede hacerse efectivo en la realidad debido a que nuestra Ley del Trabajo no le garantiza a la madre trabajadora su seguridad social durante este tiempo. Por lo tanto, al no proteger a la madre trabajadora se desatiende la situación alimentaria del niño, ya que no se les puede garantizar su protección desde el punto de vista social y económico.
La Ley de Promoción y Protección a la Lactancia Materna establece en su artículo 2 que:
Todos los niños y niñas tienen derecho a la lactancia materna en condiciones adecuadas que garanticen su vida, salud y desarrollo integral. Asimismo, las madres tienen derecho a amamantar a sus hijos e hijas, con el apoyo y colaboración de los padres.
Los padres y demás integrantes de la familia deben alentar y brindar todo el apoyo necesario para que las madres puedan ejercer el derecho humano previsto en este artículo en beneficio de sus hijos e hijas.
El Estado, con la participación solidaria de las comunidades organizadas promoverá, protegerá y apoyará la lactancia materna exclusiva a libre demanda de los niños y niñas hasta los seis meses de edad y, la lactancia materna con alimentación complementaria oportuna, adecuada; inocua y debidamente administrada hasta los dos años de edad.

            Aunque la Ley es clara en este sentido, es necesario señalar que las madres que hemos vivido  o vivimos la experiencia de amamantar a nuestros hijos, sufrimos grandes y graves irrespetos ante la maternidad y la lactancia. He vivido en carne propia y ajena la deleznable actitud de empresas públicas y privadas que en lugar de facilitar las condiciones para amamantar, las dificultan. En los sitios de trabajos no sólo no apoyan ni promueven la lactancia, sino que le ocultan a las madres trabajadoras la información sobre sus derechos para que no amamanten a sus hijos y no afectar así la “productividad” de la empresa, poniendo en riesgo la salud de los niños y evidenciando una clara y reprochable discriminación hacia la mujer y falta de solidaridad ante los asuntos personales del prójimo.
            Por todo esto, es necesario que las madres de este país, que somos muchas, exijamos la extensión del período de lactancia a 6 meses como mínimo, así como también la garantía de que gozará de su salario durante ese período. De igual forma, es necesario que se extienda el permiso por nacimiento a los padres que realizan acompañamiento a las madres; este tiempo debe ser compartido y respetado.
            Amamantar no es sólo un asunto personal, la lactancia debe ser un compromiso social. Así como el niño está tiene el derecho de recibir lactancia y su madre de otorgarlo, la sociedad, el sistema legal, la comunidad y la familia son responsables de que eso se cumpla. La construcción de la sociedad depende de todos.

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