Algunas notas sobre promoción de la lectura, en el marco de la Semana del Bibliotecólogo y Archivólogo

Este breve texto sirvió para comenzar a discutir algunos temas en el marco de la Semana del Bibliotecólogo y Archivólogo organizado por la Biblioteca Pública  del Estado Zulia "María Calcaño".  

"Para mí, la problemática relacionada con la promoción de la lectura se divide en dos partes: En la primera de ellas, encontramos a los adultos considerando que los niños y niñas deberían ser grandes lectores y, en la segunda parte, encontramos a esos mismos niños y niñas que no entienden por qué esto "debería" ser así y muchas veces, además de no encontrarle vinculación con sus vidas, la consideran aburrida. Vista así, la lectura resulta más una imposición que un deseo que surge desde el interior de un ser humano. Una imposición que viene del mundo adulto.

Es por esto que la lectura no debería ser promovida desde el punto de vista teórico, es decir, no podemos decretar a los lectores, como tampoco podemos decretar el amor o la felicidad. Todo ello sólo es posible si se vive la experiencia de leer un libro, de leer el amor o de leer la felicidad. Es por ello que la experiencia de la lectura es intransferible, porque no podemos leer o sentir por los demás. Y al hablar de “leer” no me refiero a los grandes lectores que se convierten en devoradores de libros que sólo les sirven para demostrar a los demás cuánto han leído y cuánto saben de diversos temas, haciéndolos más inteligentes y otorgándoles más capacidades de acceder al mundo de los que engordan sus frívolos currículos. Nada de eso. Al hablar de “leer” me refiero a la capacidad de interpretar diversos aspectos de la vida, de comunicarse con su entorno en el sentido pleno de la palabra, de aquellos seres que son transformados por los libros que leen, los ayudan a construir su mundo interior, lo co-habitan. El verdadero lector de libros y el verdadero lector de la vida -como diría Paulo Freire-, jamás experimentará la soledad de sentirse aislado del mundo porque estará consustanciado con él. Entonces la lectura debe experimentarse desde la convivencia, no desde la imposición, debe darse una relación de igualdad entre dos seres humanos que sienten la necesidad de descubrir juntos, el mundo.
            El libro es la interpretación de un ser humano, es la lectura que hace un escritor sobre el mundo que le rodea. Es por ello que el primer paso para leer no es aprender el abecedario, el primer paso para leer es no permitir jamás que la sociedad cercene la curiosidad del niño, lo convierta en un ser sin significado, en un ser vacío, porque es esa misma sociedad la que le otorga el mundo ya digerido, el mundo resuelto y le niega – o, nos niega- la posibilidad de experimentarlo, de conocerlo, de comprenderlo y de transformarlo.
La escritora francesa Genevieve Patte dice que en la actualidad, se hace uso de una palabra vacía, que no le habla a nadie, que ella llama la palabra omnipresente, porque es  anónima y sólo genera ruido. Esa palabra vacía se ha impuesto por los medios de comunicación, quienes nos han domesticado para oír palabras sin necesidad de escucharlas y sin sentir la necesidad de querer interpretarlas. Esa palabra vacía es preciso desenmascararla y reducirla a lo que es, a mero ruido. Y es más preciso aún formarnos para aprender a escuchar, a reflexionar y a interpretar nuestro contexto sociocultural. Y este trabajo, es tarea de todos. Si para algo ha de servir la co-responsabilidad, es para apropiarnos de nuestros procesos individuales y colectivos y asumir todos los procesos de transformación de nuestra sociedad, de nuestra comunidad.
Es por ello que como docentes, como bibliotecarios o bibliotecólogos, como padres y madres, es fundamental entender la responsabilidad que tenemos al ofrecer material bibliográfico. No podemos considerarnos meros facilitadores de libros o catalogadores de ellos, somos sujetos que tenemos la obligación de formar a los otros, de transformarlos y, para ello, debemos conocer la importancia de los libros, su pertinencia y su adecuación para los distintos contextos en los que nos desenvolvamos.
Más allá de los títulos o cargos de docentes, de bibliotecólogos o bibliotecarios, nuestra función principal es ser un crítico literario porque nos toca elegir, dentro de una multitud de títulos, el libro que vamos a leer, el libro que queremos resaltar, el libro que vamos a ofrendar y, esa elección no puede ser inocente, esa elección debe responder a la idea de lo que es un libro, de lo que es la lectura y de lo que es el niño y, claro está, de las necesidades de ese niño o niña porque ellos, al igual que los adultos, sólo leen aquello que les interesa."
Lo que no es una Biblioteca Pública (en construcción):
·         No es una escuela.
·         No es un cementerio de libros.
·         No es un lugar en el que sólo se hacen tareas.
·         No es un lugar aburrido.
·         No es un lugar en el que se imponen las lecturas.
·       Debe ser un lugar para los más desfavorecidos, para los que no tienen acceso a los libros.

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