Esther María Osses, pasión, poesía y vida.
Por Luis Ángel Barreto
Por estas tierras pasó como el viento, con su ímpetu, su frescor, una mujer ataviada con flores, comprometida con la vida y la poesía, con la libertad de los pueblos, con la felicidad. Hace unos años, específicamente en el año 1958, llegó a Maracaibo una panameña, con una sensibilidad tremenda, que escribía poemas, que amaba a los niños, que amaba la libertad y la dignidad de la gente, que amaba la enseñanza y, por tanto, creía en el futuro, sabía que el futuro se construye, se siembra.
Esther María Osses nació en David, Provincia del Chiriquí, cuyos moradores indígenas llamaron Valle de la Luna, el 12 de octubre de 1914. Estudió en la Escuela Normal de Institutoras en Ciudad de Panamá, donde se graduó de Maestra de Enseñanza Primaria. Cursó estudios universitarios en su país natal, en Buenos Aires y Guatemala, lugares en los que residió. Su vida dio un vuelco cuando se convirtió en maestra rural, lo que terminó de alimentar su amor por la enseñanza.
Llegada a Venezuela, se radicó de Maracaibo y su paso dejó huella, entre otras cosas por ser cofundadora de la Escuela de Letras de La Universidad del Zulia. Laboró, además, en la Escuela de Periodismo y de Educación, asumiendo las cátedras de Castellano y composición, Técnicas de investigación bibliográfica, Composición y estilo periodístico, Corrientes generales de la literatura y Literatura hispanoamericana, Asimismo, fue abanderada de la lucha por el rescate de la lengua y la literatura wayuu. Fue maestra de maestros, sus palabras y ejemplo alimentaron a muchos que, posteriormente, fueron profesores de esa y otras casas de estudio, sin mencionar sus años de docencia en la educación secundaria en Maracaibo y Panamá.
Cuentan quienes la conocieron, como amiga, como profesora, que nunca pasaba desapercibida, que se hacía notar con su personalidad arrolladora, con su energía, con su encanto, su buena memoria (se dice que conocía el nombre de todos sus estudiantes). Miguel Amado escribe: “Puede decirse también que el secreto de su encanto está en la variada y mudable riqueza con que trasluce colores y aspectos. Son dos reflejos de un espíritu a veces aristocrático y a veces popular; regional y panameño; pragmático y lírico; místico y libertino; apasionado y glacial; profundo y liviano” (Poesía en limpio, pág. 13). Su carisma tenía que ver con el trato que le ofrecía a las personas que estaban a su alrededor, por el respeto que evidenciaba. Su entusiasmo por lo que hacía era tal que lograba involucrar a todo el mundo en sus proyectos, en sus luchas, lograba que todo lo que giraba en torno a ella se pusiera en función de hacer realidad sus ideas de libertad en todos los sentidos. Solía hablar con la gente, lograba que le contaran sus vicisitudes, sus alegrías, los increpaba a trabajar, a escribir, a pintar. Nadie podía negarle nada, lograba convencer hasta al más reticente de que era necesario emprender alguna nueva empresa.
Tenía un carácter fuerte, tenía la firmeza propia de los que saben que no alcanzará la vida para construir un mejor porvenir y que, por tanto, no hay tiempo que perder. En eso era grave, formal, decidida, comprometida. Su compromiso la llevó a formar parte de distintas organizaciones de trabajo político y cultural. Así, perteneció al Frente de Trabajadores de la Cultura de Panamá, al Movimiento de solidaridad con los pueblos, y al grupo literario “40 Grados a la Sombra”. Su apoyo a estos y otros movimientos fue incondicional, dedicándole toda su vida y esfuerzos. Por muchos años se dedicó a promocionar nuevos valores, creando grupos literarios, musicales, etc., y fomentando la publicación de revistas y periódicos.
Su solidaridad se evidencia hasta en sus cosas más cercanas y queridas, como su propia casa. Lo que fue su hogar en Panamá ha servido de refugio para el exiliado, para el perseguido o simplemente para el visitante. La “Casa Azul”, bautizada así en el año 1973, siempre estaba de puertas abiertas, y servía para congregar a mucha gente con el fin de reflexionar, soñar y planificar el futuro. Escritores, músicos, pintores, cineastas, gente de teatro, intelectuales, políticos, todos ellos tenían a la casa de Esther como centro humano de esperanzas, de debatir ideas y compartir búsquedas. Daniel Ortega, Omar Torrijos, Gabriel García Márquez o Rigoberta Menchú se alojan en ella cuando visitan Panamá, sobre todo, por lo que la casa ha significado a lo largo de los últimos tiempos. La periodista Carmen Simona Matute escribió, refiriéndose a la Casa Azul: “no hay hora para el descanso mientras haya pueblos que vivan en el oprobio. Su casa – refugio para el exiliado, techo para las reflexiones, espacio abierto a la alegría – mantiene siempre abiertas sus puertas y la mesa disponible a cualquier hora del día.” (En Poesía en limpio). Aún hoy la casa de Esther es un símbolo de las luchas de grupos progresistas en pro de las causas que reivindican un cambio verdadero para América Latina. Su huésped en la actualidad es Carlos Wong, intelectual panameño, compañero de Esther por muchos años, y que preside la Fundación Casa Azul “Esther María Osses”.
Hay varias cosas que se pueden resaltar de su legado, que son muy pertinentes en estos tiempos y que son motivo de preocupación a la hora de pensar la situación de la educación en el país. En ocasiones pareciera que empiezan a escasear los docentes con vocación y, a su vez, suficientemente preparados y comprometidos con el arte de enseñar. Esther María era un modelo de seriedad y responsabilidad para con sus alumnos. Su apoyo a grupos y causas sociales no iba en detrimento de su preparación como docente, de su preocupación por profundizar en el contenido de sus cátedras, para que éstas no fuesen simplemente el requisito para obtener un título. Su práctica pretendía incidir en la manera en que sus educandos concebían la literatura y la realidad misma. Sabía involucrarlos en los temas que trataba, así como ella misma se involucraba en sus clases demostrando con ímpetu sus hallazgos, sus convicciones. Es muy importante destacar que para ella la vida era compromiso, y la poesía era un compromiso de vida. Por eso solía hacer hincapié en la relación íntima de la literatura con su entorno, su vinculación con la realidad, su manera de llenar de sentido la cotidianidad, de hacerla más rica, sensibilizándonos ante ella, despertando nuestros sentidos.
La relación del docente con el alumno la consideraba profunda. Para muestra este poema a la memoria de un maestro:
Seguro vas a salvo de puñales
Por el silencio de la opuesta orilla.
Invisible remero, tu barquilla
Ya no pueden hundir los vendavales.
Ya se entrega en espigas inmortales,
Sembrador de luceros, tu semilla.
Para guardar de cuervos la gavilla
Nos dejaste consignas y señales.
Hoy amenaza el viento presentido.
El ángel va de sombras perseguido.
Sitiada está la luz. La defendemos.
Nada te inquiete, capitán. Intacto
Se cumplirá nuestro secreto pacto.
Descansa tú. ¡Nosotros velaremos…!
(Pacto secreto)
De su inquieto caminar por la literatura han quedado publicados varios libros. En el género de ensayo destacamos La novela del imperialismo en Centroamérica; como antóloga cuenta con Para el combate y la esperanza, de poesía política salvadoreña, y Antología de la poesía centroamericana contemporánea. Amaba la poesía; de este amor germinaron libros como Mensaje, La niña y el mar, Poesía en limpio, que reúne algunos libros publicados anteriormente y otros que habían estado inéditos. Algunos de sus poemas han sido musicalizados; por ejemplo, la Canción del barco velero, con música de Enrique Hidalgo (Llévame, barquito mío/llévame a pasear/Este lago tan bravío/se parece al mar…). Aunque no tuvo hijos también amaba a los niños, y para ellos dedicó un hermoso poemario titulado Crece y camina, que es tan cálido y limpio como el riachuelo de nuestros ensueños:
Dijo la hormiguita:
-¿Cómo llevo a casa
siendo tan chiquita
carga tan pesada?
Una que lo oía
a otra lo contara,
y esta a la otra
que cerca pasaba.
Y llegaron muchas,
y llegaron tantas,
y todas alegres
poniendo la espalda,
a paso de hormiga
llevaron la carga,
que así repartida,
se puso liviana.
Hojitas de rosa,
sabroso alimento,
guardaron en rica
despensa de invierno.
Después entre todas
lo fueron haciendo.
(La hormiguita)
Esther vivió cada instante con intensidad hasta que una tarde, por las carreteras de Aragua, ocurrió un hecho terrible. En un accidente automovilístico perdía la vida, junto con la también poeta y docente zuliana Edna Medina Patrick, dejando en silencio los pasillos universitarios, las calles de la ciudad, dejando un silencio profundo en todos los que las conocieron.
Pero ahí queda su influencia en tanta gente, ahí están sus palabras. Mujeres como éstas dejan su efusión por donde pasan, mujeres como éstas dejan el camino hecho flores, dejan la refulgencia. En Esther María Osses confluía la fascinación por la infancia, por la educación, por la poesía, por la humanidad. Ella era una muestra de que enseñar debe ser un arte integral. En ella concurría el amor a la infancia, a la libertad, a la palabra como barco velero que transporta vida, que es poder liberador. Una maestra en todo el sentido de la palabra, era toda ánimo, toda lucha. Pensar en Esther María es pensar en hacer las cosas con pasión, en una fuerza rejuvenecedora que lo mantiene todo vivo, en constante ebullición. Apasionarse por lo que hacemos evita el envejecimiento, evita que con los años se debilite el brillo que llevamos por dentro, la llama de la vida. Ella, rodeada siempre de gente joven, irradiaba el fulgor de una juventud eterna.
Esta poesía que impulsa mi pluma
viene de muy lejos…
Es herencia rica que en mis venas arde,
corre por mis nervios,
y rebeldemente,
al papel resbala por entre mis dedos.
¡Si la contuviera sé que me ahogaría!
Es para mi vida lo mismo que el llanto,
lo mismo que el sueño
y la risa.
Dejadme que escriba sin analizarme.
Sin buscar la clave con que el ritmo labro.
Mas si mis estrofas respiran belleza,
si encienden el alma,
decídmelo entonces,
y eso, me basta!
Mi emoción es fuego…
¿Trasmitirla es arte?
¡Nada más quisiera
si en mis versos arde!
(Herencia)
Agradezco a la Prof. Berta Vega por la colaboración prestada para la realización de este artículo.
ESTHER MARIA OSSES MI MADRINA COMO OLVIDARLA , CUANDO YO Y ELLA CADA VEZ Q LLOVIA CORRIAMOS A PONERNOS EL VESTIDO BANO Y JUGAVAMOS EN LA CASA AZUL SAN FRANCISCO CIUDAD DE PANAMA, FUERON LOS DIAS MAS FELICES DE MI VIDA Q AUN LA RECUERDO CON TANTO AMOR , SI ESTUVIERA CONMIGO TENDRIA APROXIMA 100 ANOS, PERO
ResponderEliminarPARTIO ANTES PARA NO VOLVER SUS ENSENANZA Y MOMENTOS COMPARTIDOS CUNDO LLEGAVA DE VENEZUELA JAMAS LO OLVIDARE. Y LAS PERSONAS Q CONOCI COMO CHUCHU MARTINES,ROGELIO SINAN, MORAVIA OCHOA. ENTRE OTROS. SIEMBRE RADIAVA LUZ. CADA VEZ Q LLEGAVA Y GUARDO ESA ANEGDOTAS EN MI CORAZON PARA SIEMPRE DE LAD TRES MUJERES DE MI VIDA ELLA SIEMPRE ESTARA CONMIGO
A todas las personas lindas q la recuerdan igual q yo les agradesco por mantener su memoria viva, q caminaron , q aprendieron de ella y q apesar de los anos ella viaja aun en el tiempo, a todo ustedes q an escrito o publicado sus poesias , gracias porque se q sonde esta nos ve y cuida, con esa mirada tierna ,sus ojos precioso, escribiendo a lo ninos q estan con ella en el cielo, porque esa huellas q dejo no se borraran nunca en nuestros corazones, q nostagia no tenerla conmigo, Gracias
ResponderEliminarHola estamos realizando una investigación sobre Esther María y nos gustaría contactarle
Eliminarinvitamos a conmemorar a la poeta esther maria osses el miercoles 17 de junio de 2015, en la biblioteca del BCV. a las 9 am.
ResponderEliminarinvitamos a conmemorar a la poeta esther maria osses el miercoles 17 de junio de 2015, en la biblioteca del BCV. a las 9 am.
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