Intelectual=Estupidez. Fernando Savater
Al buscar la definición de “intelectual” en el diccionario filosófico, escrito por Fernando Savater, nos encontramos con una nota que dice: Véase ESTUPIDEZ.
Durante
mucho tiempo he creído que la principal explicación de por qué la historia está
tan llena de atrocidad y barbarie había que buscarla en el aburrimiento. El aburrimiento es una de las
exclusivas del ser humano, una intemperancia zoológica como la risa o la
presencia de la muerte (las tres juntas, pasadas por el lenguaje, son el origen
de nuestra especialidad más famosa: el pensamiento). Cuando las cosas
marchan discretamente bien, los humanos nos aburrimos: entonces empezamos a
meternos con los vecinos, o a desear especias raras que sólo se dan en tierras
lejanas y que se necesitan para conseguirse afrontar mil penalidades, o nos
inventamos amenazas sobrenaturales para asegurar las emociones que nos faltan.
La gente que se queda en su casa entretenida en sus cosas, rara vez hace daño a
nadie: lo trágico de la vida es que en casa la mayoría de la gente se aburre.
Y, como se aburren, proclaman que quedarse tranquilamente en casa es cosa de
cobardes, de egoístas y de malos patriotas (…) La gran batalla de este mundo se
da entre quienes disfrutan quedándose en casa y los que en casa se aburren, por
lo que siempre están dispuestos a echarse a la calle (…)
…
Lo verdaderamente alarmante es que un Premio Nobel o un destacado ingeniero
pueden ser estúpidos hasta el tuétano a pesar de su competencia profesional. La
estupidez es una categoría moral, no una calificación intelectual: se refiere
por tanto a las condiciones de la acción humana (…)
…
Lo característico del estúpido es la pasión de intervenir,
de reparar, de corregir, de ayudar a quien no pide ayuda, de curar a quien
disfruta con lo que el estúpido considera .
Si
la estupidez es mala en todos los estamentos humanos, entre intelectuales
alcanza una gravedad especial. Suponer que todos los son básicamente es un
error muy generoso, fundado quizá en la homofonía de ambas palabras. Por el
contrario, el terreno de debate intelectual atrae al estúpido con particular
magnetismo, le estimula hasta el frenesí le proporciona oportunidades
especialmente brillantes de ser estentóreamente dañino (…)
Los
síntomas más frecuentes son: espíritu de seriedad, sentirse poseído por una
alta misión, miedo a los otros acompañado de loco afán de gustar a todos,
impaciencia ante la realidad (cuyas deficiencias son vistas como ofensas
personales o parte de una conspiración contra nosotros), mayor respeto a los
títulos académicos que a la sensatez o fuerza racional de los argumentos
expuestos, olvido de los límites (de la acción, de la razón, de la discusión) y
tendencia al vértigo intoxicador, etc.
Un
buen test para detectar los estragos en nosotros, intelectuales, de la
estupidez es preguntarnos sinceramente si aún podemos contestar a quien nos
inquiera qué hemos hecho frente a los terribles males del mundo con la cuerda
modestia de Albert Camus: . Si esto nos parece poco, mal síntoma…
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