Dos poemas de Chamario



Ana la rana
Cuando Ana la rana
llegó a la ciudad
supo que ya nadie
usaba la A.

Quiso pedir agua,
quiso pedir pan,
pero no podía
sin esa vocal.

Nadie comprendía 
su latín vulgar,
lengua de pantano,
ronca y gutural.

Pero Ana la rana
era sabia y tal;
dejó las palabras
para los demás.

Se buscó una hoja
y un lápiz labial
y habló con dibujos
sin tener que hablar.

Y después, al irse,
muy sentimental,
dibujó una mano
 casi natural,
moviéndose lejos...
Y un punto final…
Eduardo Polo


Canción

La mi madre canta
Para me dormir
Y en la su garganta
Oigo una perdiz.

El mi hermano juega
Siempre a me vender
De la su bodega
Queso, pan y miel.

El mi perro ladra
Para me seguir
Por la nuestra cuadra
De principio a fin.

Allá en la mi escuela
Dibujo en color
Un barco de vela
Con el mi creyón.

Termino el mi cuento
Por me despedir.
Ya cantando siento
La mi madre al viento
Para me dormir.
Y en su canto lento
Oigo una perdiz.            

Eduardo Polo


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