Ritmo cero: País ausente.
“…ahí les dejo el cuerpo de rita
gonzález
desmembrado sobre el pavimento
para que se lo repartan los
buitres.”
Lydda Franco Farías
Recientemente alguien compartió un
reportaje acerca del performance titulado “Rhythm 0” que la artista serbia
Marina Abramovic realizó en 1974. Abramovic explica que el público al llegar al
escenario se encontraba con su cuerpo en medio del espacio, a su lado estaba
una mesa con 76 objetos y unas instrucciones que decían: “Soy un objeto. Todo
lo de la mesa puede utilizarse en mí. Asumo toda la responsabilidad, incluso si
me matan. Y tienen 6 horas”.
Los objetos eran
diversos, entre ellos se encontraban plumas, flores, hojillas, bebidas, tijeras
e incluso una pistola y balas. Durante las seis horas el público utilizó el
cuerpo de la artista como si dentro de ese espacio corpóreo no hubiese nada, un
cuerpo ausente, abandonado frente a ellos. Las reglas eran claras y el público
se encontró con un cuerpo abandonado. A Abramovic la cambiaron de posición en
diversas ocasiones, le cortaron la ropa y la desnudaron, le colocaron la
pistola en la cabeza, le cortaron el cuello y bebieron su sangre, escribieron
sobre su cuerpo, la fotografiaron, la acostaron y pusieron la hojilla entre sus
piernas, entre tantas otras cosas. Dice la artista que la reacción del público
fue sutil al principio, luego todo se transformó en un espacio de violencia contra
su cuerpo que generaron conflictos, incluso entre los mismos espectadores. A
las seis horas exactas ella comenzó a caminar y se retiró del espacio. Todos
huyeron despavoridos, temiendo una venganza.
Un
cuerpo abandonado, solo y sin posibilidad para defenderse fue el germen para
que surgieran deseos reprimidos, emociones ocultas, comportamientos psicóticos.
Ya
conocía esta experiencia, la había leído como algo interesante, algo lejano, y para
ese momento me hacía pensar que algunas personas (muy alejadas de mi realidad
probablemente) podrían llegar a ejercer este tipo de violencia en condiciones
muy perversas. Ahora no. Ahora al releer esta experiencia sentí algo totalmente
diferente. Esta vez me sentí devastada. Esta vez fue mi cuerpo fue el que
estuvo expuesto durante seis horas mientras le arrancaban todo lo que se podían
llevar. Esta vez fue una crónica de estos tiempos.
¿Es
eso lo que debemos hacer al encontrarnos con un objeto inerte, vacío, sin
posibilidad de defenderse?, ¿Cuál es nuestro muro de contención?, ¿La posibilidad de que vengan por nosotros, que
nos encarcelen o nos maten?, ¿Y si no llegara nadie qué pasaría?, ¿Hasta dónde
podemos llegar?, ¿Realmente vamos a despedazarnos como animales y a ruñir hasta
lo más profundo de nuestros huesos?
Sólo
aquellos que hayan guardado para sí lo que la vida les ofreció podrán, después
de estas interminables seis horas, mover un pie y continuar un camino.
Cada
día al salir de casa veo hombres y mujeres con la mirada perdida, con quienes
es imposible comunicarse. Seres vacíos que reaccionan permanentemente, en los
que dentro de sí no hay nada. Sólo la certeza de que es necesario defender algo
que no existe. Están inmovilizados por su realidad. No están, ¿a ellos también
los habrán despojado de todo?
Finalmente Marina
Abramovic fue valiente. Ella decidió iniciar este experimento y se
responsabilizó por su vida. ¿Quién conduce el experimento que vivimos hoy? Y en
definitiva, ¿quién se responsabiliza por nuestra vida?
Ella, después de seis horas movió su
cuerpo y salió de esa sala desnuda, sangrando, con lágrimas en los ojos y con
marcas en todo su cuerpo de abuso. ¿Será esta la única forma de salir de estos
experimentos?
Comentarios
Publicar un comentario