Ha llegado el hombre. Lucila Velásquez


Ha llegado el hombre,
el que ahora anda solo y apoyado en sí mismo
y al darle forma a la razón
hace un objeto útil
lleno de flores, gentes y horizontes.

El que ya es libre y derrama
en un sitio sensible el pensamiento
y abarca en una cúpula el espacio y el tiempo
o ya tiene una máquina de triturar la luz del día
y se asoma a un espejo
donde brillan las formas de la vida
con un rubor estético
que es ciencia
o disciplina.

El que arruga la luz a los colores
en un espacio móvil
que mana de su frente
y ya es universal en la armonía, la impresión, la experiencia
de haber visto a la tierra
girando desde entonces alrededor del sol
y aunque es pequeño, sabe
que su orgullo es más alto,
muy lejano
infinito
porque ya obtuvo el eco de su cósmico grito,
el estremecimiento
de son hondos abismos impulsivos
donde caen la noche, los dolores, sus sienes,
la soledad,
su fuerza.

Ha llegado el hombre,
el que ha aprendido a usar el mar
como tabla de tierra donde pisar la vida,
donde agarrar el miedo
desde el día tranquilo
en que lanzó al vacío su roca de tristeza,
su campo deportivo de alegría
donde es ágil y salta todo su cuerpo ingrávido
y su mente se asoma
por una ventanilla de miradas eternas.
Ha llegado el hombre,
inaudita criatura de una estrella muy alta
donde existe la vida.
¿Quién dirá que es el hombre
y quien sabrá que viene de la Tierra?


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